Entre las numerosas propiedades de la alcachofa se encuentra la de prevenir un tipo de cáncer: el de hígado. En efecto: las alcachofas contienen flavonoides, ácido pantoteico, ácido cafeico y polifenoles, los cuales son nutrientes que contrarrestan los riesgos de contraer esa enfermedad.
Para efectos de consumo, se llama alcachofa a la cabezuela de la planta del mismo nombre. La parte comestible se consume antes de la floración.
Desde la Edad Media la alcachofa es una hortaliza muy popular, se cuenta que Catalina de Médici era una de sus entusiastas consumidoras, debido a las múltiples propiedades que posee este producto.
Su textura fibrosa nos ayuda a absorber el agua que ingerimos en las comidas. Asimismo, favorece la pérdida de peso, pues aporta sensación de saciedad.
La alcachofa es un valioso auxiliar para tratar el ácido úrico, los cálculos en la vesícula biliar y el reumatismo.
Reduce el contenido de triglicéridos en la sangre, y aumenta el contenido en la misma del colesterol bueno, reduciendo el malo.
Combate estreñimiento y diarrea.
Alivia la acidez estomacal.
Ataca problemas de arteriosclerosis y tensión alta.
Ayuda a la digestión y elimina el flujo de bilis.
Transforma el azúcar en energía.
Aporta vitaminas A, y vitaminas del complejo B; aporta potasio, hierro, sodio y magnesio.
Al ser diurética elimina la retención de líquidos y desecha las toxinas del organismo.
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